Los recuerdos de un anciano nos transportan al año 1945, y nos cuentan una preciosa historia de amistad entre éste y un niño judío cuando ambos tenían diez años y vivían en Isla Mauricio. Desde el principio sabemos que el niño judío, David, murió en esas fechas. Y que la pena por su muerte acompaña la larga vida del anciano.
En ese tiempo Isla Mauricio estaba bajo el dominio británico, y por ello desembarcan 1.500 judíos que no son admitidos en Palestina, a la sazón también colonia inglesa. La Guerra Mundial aún no había acabado, y estos judíos son confinados en la cárcel de la isla y tratados como prisioneros. Entre ellos está David quien conoce al protagonista, Raj, y juntos viven unos días de intensa amistad. El relato es muy profundo y está bellamente escrito. La escritora, natural de esta isla, nos introduce en el alma y los sentimientos del niño quien, a pesar de su corta vida, ya ha soportado situaciones muy duras y que encuentra en el compañero de desventuras un nuevo hermano. A pesar de narrar tantas penurias, éstas están contadas con delicadeza, resaltando los elementos positivos como el cuidado amoroso de la madre y la mirada del niño que, a pesar de todo, aún se mantiene inocente.
Al acabar la guerra, tras cuatro años de cautiverio, los judíos que consiguieron sobrevivir, fueron enviados a Israel. Este vergonzoso episodio histórico no ha sido muy conocido, ni siquiera por los habitantes de este país que consiguió su independencia en 1968. Así que la lectura de este libro, acrecentará aún más nuestra ya vastísima cultura.
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