miércoles, 20 de marzo de 2013

una temporada para silbar

Autor: Ivan Doig

             Un inspector de educación rememora su infancia en Montana durante 1909 y 1910. En aquellos años, había muerto su madre y su padre decide contratar a través de un anuncio a una misteriosa ama de llaves (Rose) procedente de Minneapolis. Ésta llega al pequeño pueblo donde viven, acompañada de su hermano. Ambos personajes son enigmáticos y a lo largo del libro se mantiene la intriga hasta el final. Todo ello envuelto además en la magia del paso del cometa Halley.

Tras la fuga de la maestra con un predicador, el hermano se convierte en el maestro del pueblo.
           
            Costumbrista y tierno nos cuenta la vida cotidiana en el ámbito rural. El padre de familia tiene un especial interés en la educación de sus hijos y del resto de los niños. Pertenece al consejo escolar y dedica sus esfuerzos a mejorar la precaria escuela unitaria. Aquella en la que todos los niños de cualquier edad, reciben las clases del único maestro, quien tiene que organizar el tiempo para que todos aprendan conforme a su curso en un ejemplo de malabarismo y eficacia. A pesar de estas condiciones, conseguía sacar de cada uno lo mejor, tal como exige la palabra educar, del latín ex-ducere – conducir hacia fuera-, a diferencia de la común interpretación que consiste exclusivamente en intentar encajar o incrustar algo en las agitadas testas infantiles. Conviene reflexionar si los resultados actuales son mejores con tantos medios y técnicas disponibles. Y es que se concluye que lo verdaderamente definitivo en educación es la entrega eficaz del maestro y el soporte y ánimo de la familia para que el alumno persevere y disfrute en el aprendizaje.

            Precioso el interés por la enseñanza del latín. Si quienes tienen por lengua materna el inglés comprenden la importancia de esta lengua muerta, para quienes hablamos román paladino, debería aparecer como ineludible. Vemos cómo ayuda a estructurar el pensamiento y a descifrar las frases como un problema  lógico-matemático. Belleza y orden.

            Y además, el estilo literario es muy ágil y ameno y nos obsequia con maravillosos pensamientos lapidarios, ingeniosos, chispeantes y sin embargo extraordinariamente profundos.

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