martes, 29 de octubre de 2013

Cartas de una pionera

Autora: Elinore Pruitt Stewart

            En 1909, una joven viuda, con su hija de dos años, se traslada desde la ciudad de Denver al despoblado medio oeste de Wyoming. Huye del trabajo asalariado y poco remunerado al encuentro de aventuras al aire libre. Su deseo es convertirse en terrateniente.

            Todas sus aventuras y sucedidos, se los refiere a su antigua patrona a través de cartas. Éstas fueron publicadas en el periódico local y han llegado a conformar un libro que es un referente en la cultura del oeste americano. En España acaban de traducirse y publicarse. Un siglo después.

            Por tanto, todo lo que leemos es rigurosamente cierto. Conviene recordarlo cada vez que nos sorprendan las vicisitudes y la dureza cotidiana. Incluso si fuera ficción, gran parte del libro nos dejaría perplejos. Comprobamos que el contacto directo con la naturaleza no conlleva per se una existencia confortable. No cabe duda de que es necesario un temple especial para afrontar este modo de vida. La protagonista lo tiene y además nos lo cuenta con naturalidad y humor. No queda duda de que es feliz. Por encima de la dificultad añadida de ser mujer sola. Aunque la vemos rodeada de vecinas, que serán sus amigas, solas como ella, y como ella capaces de llevar sus ranchos. Y, además, deja traslucir una vasta cultura literaria que contribuye a que su relato se eleve sobre lo que cabe esperar de un colono.
           

            A mí, en particular, que a duras penas me oriento en una ciudad con callejero y viandantes a quienes preguntar, me maravilla la capacidad de llegar a su destino de esta mujer a través de bosques nevados y montañas sin ningún tipo de indicación. 

jueves, 17 de octubre de 2013

El último encuentro

Autor: Sándor Marái


            Después de 40 años sin verse, dos amigos se reúnen en el castillo de uno de ellos en Hungría, al pie de los Cárpatos en 1941. Habían sido amigos inseparables en su juventud desde que estudiaban juntos en la academia militar de Viena. Luego algo sucedió que los separó hasta que, al final de sus vidas, vuelven a encontrarse para celebrar una cena, único escenario de la novela.

            Ambos amigos reflexionan sobre ellos, sus decisiones y sobre la mujer de uno de ellos, alrededor de quien se teje un secreto.


            Todo el relato es melancólico. Tal como lo es el derrumbe del mundo al que pertenecían: el desmoronamiento del imperio austro-húngaro donde crecieron y las dos guerras mundiales. Pero su altura literaria, la belleza de la prosa y la profundidad de sus planteamientos morales elevan al lector por encima de la tristeza. Todo un regalo.

martes, 8 de octubre de 2013

Cuentos de Edgar Allan Poe

Autor: Edgar Allan Poe


            ¿Quién no ha leído en la adolescencia los pavorosos cuentos de Edgar Allan Poe? Toda su iconografía parece que puebla nuestros recuerdos más temblorosos. Recordamos con pánico la Casa Usher, la calle Morgue y sus crímenes, el brevísimo Retrato Oval, la amenazante máscara de la muerte roja, la cruel venganza del amontillado o el horripilante Gato Negro….
           
            Fruto de una mente en la que la genialidad convivía con la locura, no sólo nos cuenta historias terribles; sus retratos psicológicos son magníficos y el estilo literario magistral y poderoso. Padre del misterio y la novela detectivesca, sigue produciendo el mismo terror, incluso ahora que tanta narración gótica invade las librerías. Me pregunto si los adolescentes frecuentan ahora esta literatura de tanto nivel o se conforman con otros textos más simples. Quizá tampoco les empujamos a ello pensando que no están capacitados para leer a los clásicos. O quizá ya no lo están a fuerza de leer vaciedades.


            La virtud de los clásicos estriba en que el tiempo no los erosiona. Antes al contrario, su relectura los hace más grandes. Y el paso del calendario en nuestra historia personal los revaloriza, ya que podemos apreciar que cuanto hemos vivido, presenciado y sentido ya fue descrito por ellos con maestría. Si bien en el caso concreto de estos relatos, es preferible no haber experimentado las situaciones que nos describe 

Un secreto bien guardado

Autora: Maureen Lee
           

Desde los años 40, una mujer cumple condena por el asesinato de su marido. Al salir de la cárcel, 20 años después, se reencuentra con su hija y con su familia. La novela es un relato un poco plano de su vida; cómo conoció al marido, cómo evolucionó éste tras la guerra hasta, finalmente, desvelar la realidad del suceso. Un secreto bien guardado al abrigo de la familia.

            Destaca la excelente ambientación en la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial con sus costumbres y afanes.


            Literatura para pasar el rato sin pretensiones. Aunque es posible que la escritora sí tuviera otras aspiraciones. Correctamente escrita, consigue convertir en placentero el tiempo que le dedicamos. Lo cual ya es notable. 

miércoles, 2 de octubre de 2013

El baile

Autora: Irene Némirovsky


            En este brevísimo relato de apenas cincuenta cuartillas en el original, Irene Némirovsky nos obsequia con una joya literaria.

            Los Kampf, nuevos ricos en el París de entreguerras, organizan un baile para comenzar a codearse con la alta sociedad a la que, por otra parte desprecian y por la que son despreciados. Sin embargo, la ambiciosa madre ansía formar parte de ese exclusivo círculo, pero siente la inseguridad del recién llegado. Por ello centra todos sus esfuerzos en triunfar esa noche.

Por otro lado, la hija adolescente de catorce años sufre la humillación constante de su madre. Nunca recibe aprobación ni cariño lo que, unido a la fragilidad propia de su edad, le produce un hondo desconsuelo que deviene en deseos de venganza. Que comienzan a tomar forma cuando la madre le prohíbe asistir al baile.


¿Es tan necesario manifestar amargamente a nuestros hijos sus errores o lo que nos irrita de ellos? Sin abandonar la tarea educativa, conviene aderezarla con dulzura y con el reconocimiento de sus éxitos que, aún con frecuencia intrascendentes, siempre existen. No debemos olvidar que los niños, bajo su apariencia inacabada e inofensiva, tienen idénticos sentimientos a los nuestros. Y el daño gratuito que reciben puede aflorar con consecuencias insospechadas para nosotros y sobre todo, para ellos mismos.