viernes, 21 de noviembre de 2014

La joven del acantilado


Autora: Lucinda Riley

            

Una irlandesa afincada en Estados Unidos, vuelve a su lugar natal tras romper con su novio. Allí conoce a una niña cuya madre se tiró por el acantilado y a la que empieza a tomar afecto. Su madre le advierte de que sólo encontrará problemas si se relaciona con esa familia. Sin embargo, por alguna razón, continúa tratando a la niña. Ambas familias parecen conservar ciertos vínculos antiguos y penden sobre ellas temores y secretos.
 
Intriga y sentimientos conforman un relato clásico de historias entrelazadas y misterios sin resolver.

 
Recuerda a las novelas de Kate Morton. Se lee muy cómodamente y nos hace disfrutar de un tiempo entretenidísimo. No hay que asustarse ante las 500 páginas que nos acechan desde la edición de bolsillo. Pasan ante nuestros ojos como un suspiro.

martes, 18 de noviembre de 2014

La insólita amargura del pastel de limón


Autora: Aimee Bender

 

            De nuevo, un acierto de título y un planteamiento sugestivo.

            Rose, de ocho años, prueba el pastel de limón que ha preparado su madre. Pero descubre, con estupor, que sabe a vacío y amargura. A partir de entonces, todas las comidas que toma saben a los sentimientos que envolvían a los cocineros cuando las elaboraron.

            Con este arranque tan original, se desliza una novela de factura un poco extraña. No sigue un hilo argumental claro o tradicional. Y tiene tantos elementos surrealistas que a veces es difícil seguirla.

Nos cuenta los secretos de una familia con un padre con pánico a los hospitales, una madre que salta de una actividad a otra para huir de una vida sin objetivo, un hermano superdotado que, sin embargo fracasa en sus estudios y sus relaciones, y la protagonista, con sus miedos y su don de adivinación. Así, su lectura es un poco desconcertante, al menos para mí que quizá tenga unas expectativas literarias más tradicionales, pero, sin embargo, el final redime las páginas precedentes.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Tardes de chocolate en el Ritz



Autora: Reyes Calderón
 
            Esta autora lo es normalmente de novela policiaca. Pero, en esta ocasión abandona el género para adentrarse en un libro mezcla de ensayo y ficción. Para exponer y argumentar sus posiciones ante grandes y pequeñas cuestiones vitales, utiliza el clásico recurso literario del diálogo con otra persona. Clásico, no tanto por frecuente, como por su uso en autores milenarios. En este caso, ignoro si su interlocutora es real o la tradicional amiga imaginaria de la infancia, trasladada a la edad madura.
            En cualquier caso, la amiga de Reyes Calderón no puede ser más diferente a ella. Casi todos sus planteamientos son opuestos. Y sin embargo, tienen una buena relación ya que se profesan un gran cariño que acerca sus corazones y consigue que se apoyen la una en la otra.  
            Ambas se citan una vez al mes para merendar chocolate en los salones del Ritz madrileño. Yo también utilizo los hoteles para hablar con mis amigas, mis alter ego. Ofrecen silencio, poca concurrencia por lo inusual frente a las cervecerías o cafeterías e incluso diseño. Me pregunto si podría yo escribir un libro similar con las afectuosas confidencias que algunos hoteles han abrigado. Tranquilas, mis amigas lectoras, como es costumbre entre todas nosotras, sólo leeríamos cosas buenas de todas.
 

martes, 4 de noviembre de 2014

Los libros son tímidos


Autora: Giulia Alberico

 

            Que la lectura es importante e incluso determinante en la vida y cultura de las personas, ya lo tenía claro antes de iniciar este libro. Y pensé que la autora profundizaría algo más en esta premisa evidente. Sin embargo me he encontrado una relación apabullante de libros leídos por ella desde su más tierna infancia que sólo me ha transmitido la humillante sensación de que apenas he conseguido juntar unas cuantas letras en mi bagaje personal como lectora. Y ello sin compensarme con algo más que pequeños apuntes de cada libro que leyó la autora.

            Seguramente por envidia, sólo he experimentado la sensación de que la autora se vanagloria de sus ingentes conocimientos. Y eso que advierte al final de que se ha limitado a lo que leyó en su juventud. ¡Y las referencias bibliográficas ocupan seis páginas!

            Por tanto, he de convenir que mi cultura literaria es francamente pobre. Cosa que ya sabía, pero que me queda meridiano tras este librito. Pero que, para enjugar mi descrédito, he de apuntar que tampoco se ha visto acrecentada por él.