Autor: Charles Bertin
Disfrutamos
del cariñoso homenaje de un escritor, ya anciano, a su abuela. Con ella pasaba
los veranos de los años veinte en su casa con jardín en las afueras de Brujas.
Ella
no había podido estudiar. Su padre prefirió dedicar sus exiguos recursos a los
hijos varones quienes, por diversos motivos, no aprovecharon la educación, con
lo que el sacrificio de las hermanas resultó baldío. Nunca le perdonó a su
padre la decisión de privarla de instrucción y arrinconarla en las tareas del
campo y del hogar. En la vejez, y a la par que su nieto, la protagonista
estudia y se cultiva. Ambos disfrutan juntos de las lecturas, juegos, paseos en
bici, excursiones y acercan sus vidas cada estío. La abuela Thérese-Augustine encierra
secretos, deseos, historias, amores, dolores, que trasmite a Charles con fuerza
y magia, y así, aunque el relato es intimista, no cae en la blandenguería. Es curioso, siempre creemos que los ancianos
que nos rodean nunca sintieron ni vivieron nada de interés, como le sucede a
Charles. Y si, por fortuna, nos permiten asomarnos a su corazón, lo que
presenciamos se graba en el nuestro para siempre.
Un
breve relato de ciento cincuenta páginas llenas de amor y belleza, tal como se
espera de un gran escritor, con varios premios y miembro de la Real Academia de
Lengua y Literatura Belga.